sábado, 22 de agosto de 2009

Robert Johnson y el Diablo

Hubo una vez un músico del cual se conservan sólo dos fotografías. En ambas está sonriente, con su guitarra, mirando fijo a la cámara. Algunos dicen haberlo visto en una película, tan sólo unos segundos. El aparece y desaparece. Detrás se ve el cartel de otra película, filmada dos años después de su muerte. Algunos lo llamaron "El rey del Delta Blues" y muchos otros opinan que si no hubiera aparecido, como en ésa película, al menos por unos segundos la historia de la música hubiera sido distinta. El blues no hubiera sido lo mismo.

Nadie sabe como murió, tan sólo se sabe que murió joven, muy joven, tal vez enfermo, tal vez envenenado por el whisky; pero no de la manera que el whisky suele envenenar al resto de los mortales. Dicen los que saben, los que lo escucharon o los que lo vieron, que alguien supo donde colocar el veneno cuando los celos fueron más fuertes y la agitada vida amorosa de su mujercita se encontró en un camino polvoriento con la de Robert.
Dicen también que Robert Johnson quería componer el más bello blues que haya alguna vez existido y buscó su inspiración en las largas noches en vela y en su fiel compañero el whisky; hasta que una noche en un camino su alma se cruzó con lo inevitable. ¡Y las almas de los mortales son a veces tan débiles !.Tan solas se sienten por los caminos, que Robert se sentó a conversar con el hombre que apareciófrente a él. Le habló de su vida y de los días difíciles a orillas del Mississipi,de todos ésos hombres que no eran su padre,de huir, de la muerte, de todas aquellas mujeres que lo hicieron feliz y que a veces eran más amargas que el whisky,de los miles de hijos que jamás abrazaría,le habló de sus sueños, de la guitarra, de los bares, de la noche.Le habló de la poca fe que le tenían y de su amor por los Blues.

Nadie volvió a ver a Robert Jonhson por mucho tiempo. Quizás hayan creído que el pobre diablo había muerto, en alguna pelea, en algún bar perdido o que Dios se había apiadado de él y lo había llevado para siempre. Hasta que un día el pobre diablo apareció de la misma forma en que había desaparecido. Y volvió para ser el más grande músico de blues que jamás hubiera existido. Quedaron todos boquiabiertos viendo las manos de aquel, alguna vez mal guitarrista, deslizarse por las cuerdas con una destreza pocas veces vista. Los hizo llorar, los hizo vibrar, los hizo emocionarse y ya nadie se acordó de aquel alguna vez músico frustrado.Robert Johnson; el padre del Blues.

Y él, que empezó a tocar blues a medianoche y sobre una tumba sabía lo que todos comentaban a media voz.

Esa noche en que desapareció de la rutina del pueblo, Robert Jonhson decidió seguir el camino que otros antes que él ya habían tomado. Tomó su guitarra y fumando un cigarro se dirijió al cruce de caminos.Dicen que a la medianoche se sentó en el cruce en donde ambos caminos se cortan y comenzó a tocar.Dice la leyenda que ésa noche Robert Johson le vendió su alma al diablo en el cruce de la autopista 61 con la 49 y 29 canciones más tarde se fué para no volver a caminar por las carreteras polvorientas de Mississipi nunca más.

Su tumba dice «…Mi viejo y maldito espíritu pueda subirse a un autobús Greyhound y marcharse».

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