viernes, 23 de abril de 2010

zona libre de quemados

Tras el exitoso paso por los aires mendocinos, anteriormente expuesto en este blog, la próxima parada no corrió con la misma suerte. Paralelo a la Cordillera de los Andes, llegué a la ciudad de San Miguel de Tucumán.

Su casita histórica es su pieza más destacable, junto con su linda Casa de Gobierno, la Catedral y con algunos museos interesantes hacen una ciudad con su encanto. Casi tan vertiginosa en movimiento como Buenos Aires, respirando ese inconfundible olor a asfalto y urgencia de toda gran urbe y con el cielo cubierto de densas nubes hicieron que saliera en búsqueda de nuevas aventuras.


"¿Dijiste aventura?" me preguntaron en la casa de turismo, y acto seguido me subí en ruta al Cerro San Javier. "A 1200 msnm en una de esas veo algo de cielo celeste" dije en mi ingenuidad. Efectivamente el colectivo comenzó a escalar y a atravesar las nubes, pero en la mitad de su escalada el chofer exclamó "llegamos". "Llegamos... a la mitad de la nube" tenía ganas de decirle, pero enseguida entendí el gesto que era parte de una aventura.

Tras una larga caminata entre neblina, comprendí que había sido cruelmente engañado: en tierra de archienemigos, intentaron hacerme caer en su trampa. Justo a tiempo me di cuenta para lograr superar la emboscada. Y cual barco pirata, en el sendero encontré su insignia que todo confirmaba.

Limpio el camino, San Miguel respira. Otro importante paso del tour de los superquemados.

jueves, 1 de abril de 2010

secretos de buenos aires y sus cien barrios porteños

Son varios los tangos que han sido dedicados a esta preciosa e inmensa ciudad. Anécdotas, cuentos y viejos dichos se esconden en sus cien barrios porteños. Y por mas que agrimensores y expertos de catastros se empeñen en demostrar que esa cantidad no son tal sino mucho menos, y que se regocijen al informar que barrios como "Barrio Norte" o "San Telmo" no figuran en sus complicados registros, nadie puede negar que su especial aire, mezcla de frío viento pampeano y humedad rioplatence, inspira una mística donde las cantidades pierden importancia.

Las historias que encierra en cada una de sus esquinas nos transportan a mundos tan distantes como nuestra imaginación puede soñar. Desde sus pintorescos edificios con aire francés de la bella Avenida de Mayo, hasta los puestos de comercio fenicios de Once. Sus verdes plazas, monumento a la naturaleza, oxigenan la ciudad renovando la vida a los seres que las habitan, y los caños de escape de los automóviles que la recorren hacen su constante labor de formar esa densa capa gris, denominador común de ciudad civilizada.

Pero como toda ciudad, no está exenta de las acechanzas del mal, sea intencional o natural. Y sus herramientas de seguridad cada vez se ven mas colapsada ante su exponencial crecimiento infinito. La red de superhéroes protectores debe ser cada vez más ágil, mejorando sus medios de comunicación, adoptando las nuevas herramientas de la web 2.0 (como este mismo blog). Pero ningún sistema es perfecto y no hay mejor remedio como la prevención. Por mas minúscula que parezca la contribución, cada pequeño detalle conduce a una mejor ciudad para convivir.

Es aquí donde las asociaciones de vecinos cumplen un rol fundamental, y es motivo de este post felicitar a uno de los más eficientes en su labor, por su gran colaboración con quienes caminamos habitualmente sus calles. Asociación Vecinal de las calle Agrelos y pasaje Carlos Spegazzini: nuestras congratulaciones por contar con veredas sin sorpresas!